Image default

A noventa años del campeonato rioplatense del centenario

Un 23 y 24 de mayo de 1931, Argentina disputó ante Uruguay la última edición del Campeonato Rioplatense del Centenario. Los detalles de uno de los torneos más emblemáticos del mítico Balón de Antonio Veleta que contó con un saldo de doble festejo albiceleste.

Como ya hemos contado en anteriores posteos, como “A cien años del día en que comenzó todo”, la actividad handbolistica en Argentina comenzó a principios de los años veinte del siglo pasado jugando Balón uruguayo. Una creación del Prof. Antonio Valeta en Montevideo, en 1918 que, luego de mucho gestionar, la IHF ha reconocido como uno de los antecesores del balonmano moderno recién en 2013. Motivo por el cual la CAH, fundada como FAB en 1921 (luego FAH en 1937 y CAH en 1986), es hoy la decana de las entidades federativas del mundo.

Circunscripto a ambas orillas del Río de La Plata, el Balón registró, entre 1922 y 1941,  más de veinte enfrentamientos entre clubes de ambas orillas y seis encuentros entre las dos selecciones. El primero de éstos, en 1923, también ha sido validado por IHF como el cotejo disputado entre equipos nacionales más antiguo de la historia.

Las competiciones balonísticas entre los seleccionados de Argentina y Uruguay se jugaron alternativamente en Buenos Aires y Montevideo. Comprendieron las cuatro ediciones de la Copa Diario El Plata, en las que el vencedor era considerado como campeón rioplatense y otros dos partidos, los últimos, que tuvieron lugar en mayo de 1931 por lo que ahora se cumplen nada menos que noventa años del acontecimiento que marcó el principio del fin del Balón y su paulatina conversión y reemplazo por el handball de campo. Uruguay se impuso en 1923, 1924 y 1928; mientras que Argentina lo hizo en 1929 y en estos dos de 1931.

Una extraordinaria investigación de la profesora e historiadora uruguaya Adriana Suburú y algunas referencias directas del recordado Guillermo Till (River Plate y CAH) han posibilitado que hoy tengamos noticia de aquellos acontecimientos de las épocas fundacionales y románticas de nuestro deporte y que podamos intentar transmitirlo a las nuevas generaciones.

Lo cierto es que, al llegar 1930, el centenario de la independencia de Uruguay fue celebrado, entre otros actos, con la realización de espectáculos deportivos de jerarquía, destacándose entre ellos el Primer Campeonato Mundial de Fútbol. También se había programado un Sudamericano de Balón, pero dificultades económicas de la Federación Uruguaya (FUB) y la nula actividad que se registraba en el resto de los países americanos, con excepción de Argentina, hicieron imposible concretarlo.

Se acordó entonces jugar dos partidos, ya en 1931, en lo que se denominó Campeonato Rioplatense del Centenario. Los porteños lograron dos triunfos históricos en el “field” demarcado en la Pista Oficial de Atletismo del Parque “José Batlle y Ordóñez”. (Ex “Parque de los Aliados”). El 23 de mayo, con el arbitraje del argentino José Martínez, vencieron por 4-1, luego de ganar el primer tiempo 3-0. Al día siguiente Argentina se impuso por 5 a 3, después de una primera etapa muy pareja que finalizó empatada 3 a 3.

El periodismo montevideano concedió importantes espacios a la competencia, pero mientras el diario “Imparcial” señalaba que en el primer cotejo se había registrado una concurrencia cercana a las cinco mil personas, cosa poco probable porque no se visualiza en las fotos y porque el lugar no poseía tribunas para tal cantidad de público; “La Mañana” decía que la asistencia había sido escasa y lo atribuía a que la propaganda previa no había sido adecuada. Sin embargo, los titulares y las coberturas ofrecidas por los demás diarios parecen desmentir esa opinión.

Todos coincidían, sin embargo, en remarcar que la poca actividad que registraba el Balón Oriental y las disputas políticas internas que sufría conspiraba contra la calidad que podía ofrecer el combinado local, al que habían renunciado jugadores importantes. Asimismo destacaban la clara superioridad técnica demostrada por el equipo argentino. De una u otra manera, la derrota en el primer partido hizo que la repercusión del segundo en los medios fuese claramente menor, aunque se mantuvo el reconocimiento hacia el equipo visitante.

La delegación argentina fue presidida por los señores Carlos Constantini (presidente de la FAB), Joaquín Güerri y Cristóbal Moya, y estuvo integrada por Alberto Parodi (RIver Plate); Guillermo Till (RP), Ramón Otero (cap) (Chacarita) y Enrique Pagano (R P); José Piro (Villa Malcolm), Alfredo Rivet (RP) y Oscar Rivet (RP); Luis Güerri (Chacarita), Alberto Güerri (Chacarita), Timoteo Greig (RP), Armando Rivet (R P) y Alejandro Rivet (R P). Suplentes: Coronas (V. Malcolm), Horacio Larrosa (R P), Finochietto y Caldart.

Por Uruguay jugaron: Brandón (Aguada); Díaz (Gimnasia y Deporte), Fornés (Peñarol); Pérez (Peñarol); Mori (Cap) (GyD), Carusso (Uruguay Prado); Andreu (GyD); Lamarque (Uruguay Prado), Villaverde (GyD), Betancour (GyD), Valeta (Peñarol); Buccetta (GyD); Barbieri (Peñarol); Montemuiños (Peñarol); Rentosos; Alberto Sparano. Suplentes: Dall’Orso (GyD), D’Angelo (GyD), Suárez (GyD), Castaldi (GyD)

Arriba: equipo uruguayo / Abajo: equipo argentino

En los años siguientes las competencias se fueron espaciando y quedaron reducidas a amistosos interclubes. En Uruguay la actividad languideció como producto de enfrentamientos internos y de los cambios que el progreso fue marcando en Montevideo con la  apertura de nuevas calles y avenidas que hicieron desaparecer varias de las “Plazas de Deportes”, entre ellas la de “Higiene y Salud” que había sido la cuna del Balón. En Argentina la FAB evitó el colapso, adaptándose a las reglas del handball de campo, en 1937 pasó a denominarse Federación Argentina de Handball e incorporó a los clubes de la colectividad germana.

Se iniciaba una nueva época y pronto el Balón uruguayo sería un recuerdo…

Perlas

  • La delegación nacional arribó a Montevideo en un barco de la Compañía Argentina de Navegación perteneciente al magnate naviero Nicolás Mianovich que cubría, a veces hasta en ocho horas!!!!,  el servicio que se conocía popularmente como “el vapor de la carrera”, antecesor ilustre de los alíscafos de los años sesenta a los noventa y de los actuales catamaranes de Buquebus.
  • El Parque Batlle y Ordóñez (hasta 1930 denominado como Parque de los Aliados), donde se jugaron los partidos,  es un predio de sesenta hectáreas ubicado al final de la Avenida 18 de julio, la mayor arteria montevideana. Junto con el Parque Rodó constituye uno de los principales pulmones verdes de la ciudad y es un verdadero complejo deportivo en el que se encuentran el mítico estadio Centenario, la Pista Nacional de Atletismo, el Velódromo Municipal, las canchas de los clubes de fútbol Miramar Misiones y Centro Español, el Club de Tiro del Uruguay, las diversas instalaciones del Instituto Superior de Educación Física y varias canchas de fútbol 5 y baby fútbol. Las sendas interiores llevan los nombres de figuras destacadas del deporte uruguayo. Una de ellas se denomina Antonio Valeta desde 2018, cuando se cumplieron cien años de la creación del Balón.
  • La cobertura periodística fue totalmente disímil, mientras que los diarios de la vecina orilla publicaron extensas notas previas y destacaron enviados especiales a la cancha para producir crónicas y comentarios posteriores con titulares de gran tamaño, en Buenos Aires la competencia fue totalmente ignorada por los medios gráficos que usualmente tampoco ofrecían información alguna acerca del Balón local.
  • A manera de respuesta a muchas críticas publicadas en los diarios montevideanos, por la ausencia de jugadores de Atenas y Sporting que eran dos de los equipos más fuertes del Balón oriental, Valeta editorializaba en su revista Higiene y Salud de junio de 1931:  “No hay derecho a querer pretender manifestarse partidarios de que no hayan actuado en este torneo los mejores, porque los mejores en juego, en técnica han sido los peores para responder cuando se les llamó a filas para los compromisos pactados”. “La Federación U. de Balón se siente satisfecha igualmente, por haber perdido porque perdió con todos los honores. No tenía mejor gente para alistar en sus filas”
  • Se desconoce cuál haya sido el destino o paradero de la Copa entregada como premio a los vencedores de la serie. Las sucesivas mudanzas de las oficinas de la Federación/Confederación, muchas veces a domicilios transitorios, han conspirado para la conservación de este y de otros numerosos trofeos históricos ganados por los equipos nacionales a lo largo de los años.
  • Finalizado el Torneo del Centenario, habrían de pasar más de cincuenta años para que las selecciones de Argentina y Uruguay volvieran a enfrentarse, lo que ocurrió recién en 1983 en el marco del I er.Torneo Sudamericano jugado en el Parque Sarmiento (ARG 35:15 URU)

                                                 Juan Carlos Rennis – Historia y Estadísticas – CAH