La Utilización de los Bloqueos en el Juego Ofensivo. Fernando Capurro.
III Congreso Internacional de Balonmano
Cáceres 27 al 30 de Octubre de 2021
LA UTILIZACIÓN DE LOS BLOQUEOS EN EL JUEGO OFENSIVO 1.
Algunas consideraciones sobre el juego de ataque posicional
En muchas conversaciones que mantengo con entrenadores, jugadores e incluso aficionados escucho opiniones sobre los sistemas de juego para el ataque posicional. Es frecuente debatir sobre la conveniencia, o no, del “Juego Libre”, del “Juego Dirigido” o el “Juego Prefabricado”.
Entiendo más o menos a que se refieren en cada caso (no soy muy tiquis-miquis con la nomenclatura, ni tampoco soy de sacar punta a las cosas) pero me quedo con la duda de que si todos los que en ese
momento parecemos estar de
acuerdo, en realidad vemos las cosas de la misma manera.
¿Será que el “Juego Libre” consiste en que cada cual haga lo que le parezca en cada momento?
¿Tal vez el “Juego Dirigido” solo admite directrices muy genéricas y los detalles se dejan al criterio de los jugadores”?
¿El “Juego Prefabricado” es como un mueble de IKEA con instrucciones estrictas para la colocación de cada tornillo o ensamblaje?
Si pusiera el video de un ataque de forma aislada a cada uno de los que estamos allí, sin dejar la posibilidad de dialogar entre nosotros ¿clasificaríamos todos esa jugada en el mismo nivel de este escalafón que he puesto? (o de otros similares)
1.2. Adaptarse a la naturaleza del deporte que se practica
En muchas ocasiones he expresado mi idea de que el mejor abordaje entrenamientos planteamiento competiciones es el que más se adapta a la naturaleza del deporte que se practica.
Y esta creencia mía me lleva a hacer la reflexión de que, en deportes donde la incertidumbre forma parte de la esencia misma de la para los y el de las actividad, el planteamiento de cualquier fase del juego debe ser eminentemente adaptativa, el ataque posicional también, por supuesto.
Dicho de otra forma, pienso que la planificación de los sistemas de juego ofensivos deben contemplar obligatoriamente un grado de libertad en la actuación de los jugadores.
Hasta que punto llega esa libertad ya me parece que es una cuestión de cada entrenador (que creo que son los responsables últimos del diseño del sistema de juego, por más que puedan participar más personas)
Me parece que los sistemas excesivamente rígidos son fáciles de contrarrestar y tampoco opino que el imperio de la anarquía sea lo más productivo para desarrollar el juego.
Voy a tratar de ir concretando. Según yo lo veo, la división de los sistemas ofensivos en categorías tan tajantes vienen más de la defensa numantina de ciertas ideas que asumimos personalmente, y que, con el tiempo, se van radicalizando, lo que nos lleva a termina por negar el pan y la sal a los que se alejan de planteamientos similares a los nuestros.
Por una parte veo a los partidarios del juego “rico, libre y variado” tan fácil de manifestar y tan difícil de ver en la práctica (al menos en la pureza de su enunciado)
¿Quién diría que no a esa declaración de principios? Me pregunto yo
Las dificultades aparecen cuando se trata de poner en práctica la propuesta.
Cuando analizo el camino que se está siguiendo para llegar al propósito declarado, es cuando empiezo a entrar en desacuerdos con lo que veo hacer. Incluso empiezo a observar contradicciones.
A la gente que se declaran paladines de la libertad les suelen salir granos con todo lo que suene a orden o normas, y esa rigidez les lleva a lo que a mí me parecen discordancias entre lo que se dice y lo que se hace.
La palabra “Jugada” es la palabra proscrita, porque es la que encierra – según su punto de vista – todos los males de la rigidez y el encorsetamiento. ¡¡Vade retro!!
Pero podemos contemplar en su juego movimientos colectivos que se repiten sistemáticamente, claro que no son “jugadas”, son “iniciaciones”, “continuidades”, “procedimientos”… así hasta agotar el diccionario de sinónimos, que me parece muy útil a la hora de escribir, pero no tan útil a la hora de engañarse a uno mismo.
Con la paradoja de que, además, no se sienten concernidos por el deseo de creatividad que pretenden desarrollar en sus jugadores, y veo partido tras partido repetir a unos y a otros las mismas jugadas (perdón: iniciaciones) que, curiosamente, son las que están de moda… desde hace treinta años
Y esto no sucede solo entre los equipos de adultos, a los niños y niñas le hacen repetir esos mismos movimientos, en nombre de la libertad y de la creatividad.
Por otro lado están los amantes del “orden colectivo”, otra declaración con la que me resulta difícil estar en desacuerdo. El desorden y el caos me parecen catastróficos y no solo para los sistemas de juego ofensivos.
Las discrepancias surgen, como en el caso anterior, cuando veo que, en aras del orden, es reprimida a voces cualquier, iniciativa que se salga del estricto guion que se ha escrito – por muy adaptada que esté a las circunstancias del juego en ese momento – (bueno, cualquiera no, si acaba en gol en vez de voces hay sonrisas y – hasta, a veces – algún comentario jocoso sobre la diablura que hizo el jugador trasgresor, lo que me parece peor aún)
Eso sí, lo que más me asombre es que tanto unos como otros, a pesar de declaraciones de principios tan alejadas, desarrollan “movimientos”, “iniciaciones”, “continuidades” o “jugadas” – llámenlo como prefieran – prácticamente idénticas
Antes de continuar, debo pedir perdón por la caricatura que he hecho de la situación, no he querido señalar a nadie en particular, porque admiro el trabajo de todos mis colegas, pero sí he querido señalarnos a todos en conjunto – yo me incluyo en la caricatura – porque, si no somos capaces de reírnos de nuestras contradicciones, estaremos poco preparados para la autocrítica que, en dosis no lesivas, es una de las mejores herramientas de progreso que tenemos a mano.
A los amantes del orden parece que les gustaría que todo funcionase como el engranaje de un reloj, cada pieza en su sitio y una sincronización perfecta a la hora de ponerse en movimiento. Parece que obvian que un reloj puede funcionar así porque no hay nadie enfrente que trate de meter palitos en el engranaje para tratar de fastidiar su propósito de dar las horas exactas.
El ideal del engranaje perfecto no es compatible con una actividad eminentemente interactiva, donde no solo influyen intereses contrapuestos de las piezas de un equipo y de otro, sino que es difícil que las piezas que trabajan en la misma dirección encajen milimétricamente, porque son piezas humanas, dotadas de iniciativa y, además, de iniciativa que no puede ser inhibida, porque tienen que utilizarla para adaptarse a un panorama imprevisible en gran medida.
He utilizado el símil de la música muchas veces y quiero volver a utilizarlo porque me parece bastante ilustrativo.
Todos podemos soñar con un equipo “sinfónico” donde cada uno interpreta su partitura y la orquesta suena como un instrumento único, transmitiéndonos sensaciones admirables.
Los músicos de una orquesta sinfónica pueden actuar de ese modo porque el entorno es estable y todo
está controlado y a favor de que su actuación produzca el efecto deseado, los músicos, individualmente, no tienen que tomar decisiones de acción, solo deben ejecutar lo previsto de la mejor forma posible.
Este símil podría utilizarse para identificarlo con la actuación de una gimnasta que hace su ejercicio de suelo o un halterófilo que trata de replicar la técnica perfecta para conseguir levantar un peso record. Es decir, vale para los deportes cerrados, por muy complejos que sean, pero es inadecuado para los deportes abiertos, donde la incertidumbre no es un inconveniente, sino una característica que les adorna y les confiere una riqueza peculiar.
Tengo, por tanto, que recomendar a los amigos del orden que se olviden de la música orquestal que sigue partituras estrictas para inspirarse a la hora de diseñar su Sistema de Ataque Posicional, porque sin libertad no hay juego.
Pero no les voy a pedir que se olviden de la música, porque creo que hay otro estilo de música que entusiasma a los que están en el bando contrario, el de la libertad como bandera de todo.
Se puede hacer música sin seguir estrictamente una partitura, el ejemplo que primero se viene a la cabeza es el jazz, pero hay otros muchos estilos donde la capacidad de improvisar es parte importante a la hora de interpretar un tema. Además es una comparación que nos viene muy bien, porque los músicos
no solo son capaces de improvisar sino que lo hacen a la vez que actúan en grupo.
Trabajan en equipo pero con la libertad para improvisar eficazmente, y quiero subrayar la palabra eficazmente, porque es fundamental, ya que improvisar sin tener en cuenta el resultado final lo puede hacer cualquiera.
El ejemplo que acabo de poner si que se acerca más a lo
que yo pienso que debe de ser un planteamiento de ataque competitivo, un planteamiento que se adapte a la naturaleza abierta de nuestro deporte, lo que no quiere decir que esté de acuerdo con muchos de los que ponen la libertad por delante de todo.
Y no estoy de acuerdo porque algunos identifican, en gran medida, la libertad con la ausencia de normas y patrones y eso aleja sus planteamientos de los míos.
Eso me parece un error monumental. Nadie dentro de un grupo puede improvisar eficazmente partiendo de la nada. Se necesitan muchos detalles y mucha preparación.
Si los músicos de jazz nos impresionan con sus improvisaciones es porque tienen una base firme a nivel grupal y a la vez un entrenamiento individual que les da soporte para poder desarrollar sus ideas sobre la marcha.
A nivel colectivo tienen un soporte firme porque parten de una base común más estricta de lo que se supone. Los que simplemente piensan que basta con ponerlos ahí y ellos van a hacer maravillas partiendo únicamente de su iniciativa individual, están en un error.
De entrada parten de un tema musical determinado, una pieza concreta con nombre incluido – tal vez “Summertime” o “La vie en rose”, por citar temas clásicos, aunque si estamos de fiesta podía ser “Paquito el chocolatero” y también valdría – ¿a esto lo podíamos llamar una “jugada” o prefieren una “iniciación”’?
Pero ahí no se acaba la base colectiva, todos deben tocar en la misma tonalidad, no puede tocar uno en “Do” y el compañero el “La”, y deben sincronizarse en un mismo ritmo, respondiendo a los cambios que se produzcan, y deben ajustarse a una serie armónica y atender a las posibles modulaciones y… ¡¡Todo un sistema de juego lleno de restricciones, pero que nos proporciona orden colectivo!!
Eso que admiramos como un ejercicio de libertad absoluta, si queremos que además sea eficaz, hay que plantearlo con muchos más condicionantes a nivel colectivo de los que a priori suponen los que odian las normas.
Pero no paran ahí las limitaciones, debemos contar con músicos cuya formación les permita generar sobre la marcha – si lo consideran oportuno – una segunda voz que armonice con la improvisación que su compañero inició. O en lugar de eso un contrapunto que encaje, o un acompañamiento suave de fondo, o…
Es decir, deben contar con recursos para las acciones de colaboración con los compañeros y eso no solo supone el conocimiento, sino también el entrenamiento para la repentización.
Por último, en el plano de la formación puramente individual deben dominar múltiples clases de escalas que puedan repentizar sin ni siquiera pensar en ellas, series de acordes, ritmos, alteraciones del ritmo base, etc.
No basta con tener grandes músicos de formación clásica, necesitamos gente que además de eso conozcan el oficio del estilo de música que han decidido hacer. Para ser músico de jazz se necesita un intenso entrenamiento específico. La buena noticia es que casi cualquiera que trabaje duro en la buena dirección puede llegar a disfrutar de la creación jazzística.
He expuesto tres niveles que debemos garantizar si queremos participar con éxito en una actuación de música creativa: La estrategia global a la que todos deben adaptarse, la capacidad de colaborar puntualmente en grupos pequeños y el potencial individual para repentizar acciones en función de la situación de cada momento.
Exactamente los mismos tres niveles que creo que deben dominar los jugadores para poder desarrollar un ataque eficaz, adaptativo y con orden
El sistema de juego, la estrategia (de cuyo diseño es responsable el entrenador)
La capacidad táctica de colaboración en grupos reducidos (cruces, permutas,
bloqueos, pantallas, cortinas, etc.)
El potencial individual de desarrollar acciones de peligro para el equipo
adversario (desmarques, fintas, lanzamientos, fijaciones…)
Estos dos niveles no solo dependen de los conocimientos y habilidades de los jugadores, sino del estilo de entrenamiento diario que desarrolle la capacidad de repentizar estas actuaciones de forma fluida, rápida y en
gran medida ejecutadas en modo “piloto automático”, sin apelar continuamente a la reflexión. Si queremos un juego donde la improvisación eficaz ayuda a superar los obstáculos no previstos en cada momento, si queremos un necesitamos trabajo jazzístico en el día a día. juego jazzístico,
Libertad sí, toda la del mundo… ¡¡pero toquemos en el mismo tono, con el mismo ritmo y, sobre todo, toquemos todos variaciones sobre la misma pieza!!
2. El desarrollo de la capacidad táctica colectiva de los jugadores
Me pareció oportuno hacer previamente este planteamiento general, para no abordar el fondo de este trabajo de forma aislada y encuadrarlo en un marco de referencia que ayude a comprenderlo mejor.
Para seguir encauzando la cuestión y acercándonos al tema que realmente quiero tratar – la utilización de los bloqueos en el juego ofensivo – quiero hacer una pequeña reflexión sobre el segundo nivel de los tres que he expuesto: el desarrollo de la capacidad táctica colectiva de los jugadores y olvidarme de los aspectos individuales y de la estrategia.
Quiero subrayar que la capacidad táctica colectiva de un jugador es el potencial de ese individuo para actuar eficazmente en acciones de colaboración en pequeños grupos y que esta capacidad táctica es algo diferente a la capacidad estratégica, que está más relacionada con la gestión de planes globales y actuaciones que implican a todo el equipo y les acercan a la consecución de los objetivos finales que se hayan propuesto.
La táctica colectiva se relaciona con la consecución de objetivos parciales y la estrategia con el logro de los grandes objetivos generales.
Me parece importante tener clara esta distinción, porque hay jugadores que son buenos en uno de estos aspectos pero no en el otro y reflexionar sobre eso, nos tiene que servir para orientar el trabajo.
De los muchos procedimientos tácticos que se emplean habitualmente yo diferencio dos grandes grupos:
• Los que se derivan del concepto de “fijar y pasar”: cruces, permutas, utilización eficaz de las fijaciones pares o impares, cortinas
• Los que se derivan de los contactos reglamentarios con los defensores: bloqueos y pantallas
En este trabajo solo vamos a reflexionar sobre este segundo grupo de procedimientos tácticos.
En cualquier caso, tanto en el caso de unos como en el de los otros, el aumento de la capacidad táctica del jugador no viene solo por el conocimiento de estos recursos, sino por el dominio de su realización en el juego de forma rápida, fluida y sin la necesidad de recurrir continuamente a los procesos reflexivos.
Debo recordar aquí, aunque no entraré en el fondo de esta cuestión, que no se trata de que “sepan”, sino de que “hagan”, y los procesos de entrenamiento para lograr una cosa u otra son bastante diferentes
Paso a centrarme en el tema principal de este trabajo.
3. Los bloqueos
En el lenguaje utilizado en Balonmano, se entiende como “bloquear” el movimiento de un jugador el hecho de interrumpir su movimiento reglamentariamente, interponiendo el propio tronco en la trayectoria del jugador que se mueve.
Es una acción que está permitida por las reglas de juego, pero es importante resaltar las limitaciones que imponen.
La regla 8:1 c) dice literalmente “Está permitido utilizar el tronco para bloquear al contrario, en la lucha por una posición”
Hay que resaltar que esto se matiza en la regla 8:2 b) que expresa que “No está permitido bloquear al contrario con los brazos, las manos, las piernas o usar cualquier parte del cuerpo para desplazarle o empujarle; esto incluye el uso peligroso del codo, tanto en la posición inicial como en movimiento”
Hago desde el principio estas precisiones reglamentarias porque limitan claramente la acción del jugador que bloquea a un oponente, señalando que no se pueden utilizar ni brazos ni piernas en esta acción, que solo se puede interponer el tronco.
En los bloqueos, se puede contener al oponente, pero no se puede “ganar terreno” empujándole y desplazándole, tampoco se puede contactar con el oponente con prominencias (codos, hombros, etc.)
Estas apreciaciones son muy importantes en la utilización de los bloqueos como “Procedimientos Tácticos Ofensivos”, ya que cualquier infracción supone la pérdida del balón.
3.1. Los “Bloqueos” como procedimientos tácticos
Esta posibilidad que da el reglamento de poder interrumpir o dificultar el movimiento de los oponentes en sus acciones de juego ofrece distintas posibilidades tácticas que pueden enriquecer el juego de ataque.
Bloquear a los defensores en sus desplazamientos defensivos proporciona ventajas en el juego ofensivo que los jugadores deben aprender a aprovechar sistemáticamente. Para sintetizar estas posibilidades, voy a explicarlas a partir del juego dos contra dos, aunque en realidad las posibilidades se extienden más allá de esta reducción. En cursos más extensos se abordan otras posibilidades más complejas, involucrando a más jugadores.
Según mi punto de vista, en el juego actual predominan tres ideas tácticas básicas en la utilización de los bloqueos en el juego 2×2.
3.2. La idea más común: liberar a un compañero de la acción del defensor mediante un bloqueo. Bloqueos en 2a línea defensiva
Esta es la primera idea que se maneja en la utilización de los bloqueos en el juego ofensivo.
Se trata de interponerse en la trayectoria del jugador que defiende a un compañero, para impedir que le siga y de esta forma quede liberado.
En las acciones de este tipo de bloqueos podemos diferenciar tres sujetos: el jugador que bloquea (“bloqueador”), el defensor que queda interrumpido por la acción del bloqueo (“bloqueado”) y el compañero que se libera del marcaje al aprovechar el bloqueo (“beneficiario”)
El bloqueador es difícil que mantenga más allá de unos pocos segundos el bloqueo, porque el bloqueado de una forma u otra (incluso cometiendo alguna falta) superará esta interrupción momentánea. Esto implica que la coordinación entre el bloqueador y el beneficiario tiene que ser muy precisa y ajustada en el tiempo para que en el juego real estos procedimientos tengan eficacia.
Este tipo de bloqueos se hacen generalmente para liberar a jugadores exteriores, lo que supone que están controlados por defensores que de forma ocasional o permanente están alejados de su propia área (como veremos en el capítulo correspondiente: “defensores de 2a línea defensiva”). Es difícil rentabilizarlos si no hay un espacio razonable para que el “beneficiario” se escape y por lo tanto no se suelen hacer sobre los jugadores de 1a línea defensiva cuando están cerca de su propia área.
Bloquear y continuar jugando: los “bloqueos dinámicos” Normalmente, en la acción de “bloquear a un defensor para liberar a un atacante” el bloqueador, una vez que el beneficiario ha superado a su oponente, se desplaza para continuar jugando y ser un apoyo más para el jugador que se benefició del bloqueo.
La acción de “Bloquear y seguir” en el balonmano es conocida como “Bloqueo Dinámico” y supone, en caso de éxito, crear una situación 2×1.
A veces no se realiza así, pero lo más común es que los bloqueos en 2a línea
defensiva se ejecuten como “Bloqueos dinámicos”
3.3. Otra idea táctica para rentabilizar los bloqueos: Bloquear al propio oponente para dominar un espacio. Los bloqueos interiores en 1a línea defensiva
Hemos visto cómo aplicar los bloqueos para liberar a un compañero.
Sin embargo los bloqueos se pueden aplicar a otros propósitos. Cuando un jugador bloquea a su propio oponente le impide progresar hacia un lado determinado y, por tanto, adquiere ventaja para actuar sobre ese espacio.
Cuando los espacios son muy amplios es difícil capitalizar esa ventaja (que siempre existe) porque el defensor tiene muchas opciones de sobrepasar el bloqueo. Por eso, este tipo de bloqueos se utiliza prioritariamente cuando hay limitaciones espaciales que restringen las posibilidades del defensor para poder eludir el bloqueo rápidamente y con facilidad.
Lo más habitual es utilizarlos ante defensores de 1a línea defensiva, porque la proximidad al área hace que tengan poco espacio para “escapar” y la ventaja obtenida se pueda mantener unos pocos segundos, los suficientes para poder rentabilizarla. ¿Y dónde está la colaboración con el compañero?
La colaboración se centra en la capacidad de “introducir balones en esa zona dominada” en el tiempo útil, que normalmente es muy escaso.
Se necesita, pues, un jugador que bloquea para ganar ventaja sobre un espacio y un colaborador exterior que se coordina con el bloqueador para introducir el balón a ese espacio en el corto tiempo que dura ese dominio espacial.
Puede parecer sencillo, pero introducir balones a zonas de máximo peligro es todo un arte. De hecho, la capacidad del bloqueador no lo es todo en este procedimiento táctico, la eficacia de un jugador interior, con muy buena capacidad de ganar posiciones bloqueando a su oponente, queda reducida enormemente si la capacidad de pasar de los jugadores exteriores es limitada. Dicho de otra forma: si tienes pivotes (u otros jugadores) que ganan posiciones, trata de conseguir buenos pasadores exteriores, porque si no, no tendrás apenas nada (los detalles específicos de la formación de este tipo de pasadores los abordaremos en otros cursos)
Como vemos, en este caso el beneficiario del bloqueo es el propio bloqueador.
Si nos fijamos en el esquema y nos centramos solo en la estructura del juego 2×2, para que el bloqueador tenga la posibilidad de recibir el balón, debe bloquear por la parte interior de ese 2×2. Este es el motivo por el que también denominamos “bloqueos interiores” a este tipo de procedimientos.
3.4. Una tercera idea táctica para rentabilizar los bloqueos: los “bloqueos exteriores en 1a línea defensiva”
Dentro de los bloqueos elementales, hay una posibilidad táctica más que se utiliza de forma habitual en el juego 2×2 de ataque.
Si aislamos la estructura atacantes/defensores de 2×2, se trata de bloquear al propio oponente cerca de su área (en 1a línea defensiva) para que el compañero consiga, apoyándose en el bloqueo, sobrepasar a los dos defensores (ver imagen y esquema)
Como en los casos anteriores, la coordinación de los dos atacantes que realizan este procedimiento táctico tiene que ser muy precisa y muy rápida, porque, más allá de que es difícil mantener el bloqueo un tiempo mayor a unos pocos segundos, hay que sorprender al defensor responsable del jugador exterior para que no se pueda anticipar agresivamente sobre su par, frustrando así la eficacia del procedimiento táctico.
En este caso, el que se beneficia del bloqueo es el jugador exterior y el bloqueador actúa como colaborador en la acción.
Este procedimiento, como en el primer caso, lo que busca es liberar a un jugador y, por lo tanto, generar superioridad numérica ofensiva en alguna parte de la zona eficaz de los atacantes.
3.5. Un resumen de los bloqueos simples
En el juego 2×2 se utilizan los bloqueos como procedimientos tácticos encaminados a generar ventajas a los atacantes.
Se pueden utilizar con diferentes intenciones tácticas, y es importante tenerlo en cuenta: no todos los bloqueos buscan lo mismo.
Más allá del juego 2×2 se pueden utilizar los bloqueos de forma más complejas e involucrando a más jugadores, tanto atacantes como defensores, pero esas posibilidades las plantearemos de forma somera en este curso. En cualquier caso, las posibilidades complejas a las que aludo, se derivan de la combinación más o menos sofisticada de las tres posibilidades simples que aquí he expuesto.
o Los bloqueos en 2a línea defensiva sobre el oponente de un compañero
o Los bloqueos interiores en 1a línea defensiva o Los bloqueos exteriores en 1a línea defensiva
En el esquema siguiente podemos ver las diferencias de los tres tipos de bloqueos realizados en la misma relación 2×2
3.6. La posibilidad de combinar diferentes tipos de bloqueos para generar acciones tácticas más complejas
Además de estas ideas tácticas, se puede optimizar el rendimiento de los bloqueos utilizándolos de forma combinada. Las posibilidades de combinar son infinitas y, por esta razón, el uso combinado de los bloqueos nos proporciona una fuente inagotable de posibilidades para la sorpresa.
En este sentido la creatividad de jugadores y entrenadores genera recursos para burlar las previsiones defensivas.
Como ejemplo, pongo algunas de las combinaciones que me han parecido más habituales
4. Las pantallas
Las pantallas son procedimientos tácticos que también utilizan el posible contacto con los defensores como medio de conseguir una ventaja táctica.
Pero en este caso no se trata de contactar con un jugador concreto sino de formar una barrera para conquistar un lugar, en “zona eficaz” *, desde donde pueda lanzar cómodamente un compañero, evitando la actuación directa de cualquier defensor sobre él.
(* Zona eficaz = lugar desde donde el lanzador beneficiario de la pantalla tiene acreditada una alta eficacia en el lanzamiento)
Esta barrera será la que, a través del contacto físico, impida que los defensores que pretenden controlar al lanzador puedan llegar a tener contacto con él.
Las pantallas pueden estar compuestas por un número indeterminado de jugadores (a veces, en situaciones límite, se han utilizado pantallas compuestas por todos los atacante menos el lanzador).
El beneficiario de este procedimiento táctico siempre es el lanzador y los jugadores que conforman la pantalla son los colaboradores
Estos procedimientos no procuran expresamente la superioridad numérica, en realidad el balance numérico no es lo esencial en las pantallas. La intención táctica, en principio, es la conquista de un buen lugar para lanzar, sin importar si detrás de la pantalla quedan más o menos defensores.
En todos los procedimientos donde la eficacia depende de la oposición corporal directa entre atacantes y defensores, los defensores tienen menos problema en saltarse las limitaciones reglamentarias, porque normalmente en caso de infracción (a no ser que sea una actuación brutal) los árbitros sancionan solamente con una falta técnica (golpe franco) que en el fondo no es muy lesiva para los defensores, y además les permite reequilibrar su defensa. Los atacantes no pueden saltarse las limitaciones reglamentarias para los contactos porque el golpe franco en contra supone la pérdida de posesión del balón.
Como consecuencia de todo esto, tanto las pantallas como en los bloqueos no se pueden mantener más allá de muy pocos segundos (porque los defensores las sobrepasarán aunque sea antirreglamentariamente) y eso conlleva la necesidad de un ajuste muy fino entre los atacantes que participan en la realización de estos procedimientos. La coordinación colectiva y la rapidez en la ejecución son puntos clave en el entrenamiento para el aumento de la eficacia en la utilización de los contactos en el juego ofensivo.
Pantallas “estáticas” y pantallas “dinámicas”
En cuanto a la ejecución de las pantallas, podemos distinguir dos formas de realizarlas.
Hay pantallas donde los colaboradores del lanzador para el que la realizan parten de una posición estática.
Esta forma de ejecución se utiliza generalmente en saques de golpe franco.
Pero también se pueden ejecutar pantallas partiendo de una situación dinámica de los jugadores que finalmente la materializan.
5. Una reflexión final
Quería hacer una exposición resumida de lo que pienso que pueden aportar los bloqueos al juego de ataque y ahí queda mi opinión, pero paralelamente traté de encuadrar el uso de los bloqueos en lo que es la mejora de la capacidad táctica de nuestros jugadores.
La mejora de la capacidad de ser eficaz y fluido en la combinación inteligente en pequeños grupos es una cuestión esencial si queremos jugar un sistema de ataque que sea flexible y tenga capacidad para adaptarse a las situaciones, que nunca son previsibles en su totalidad.
Queremos (sumando todas las voluntades) un juego “rico, libre y variado” (*) – y sorpresivo, añadiría yo – pero a la vez con orden colectivo que no coarte la libertad individual, por soñar que no quede, pero si buscamos eso primero tenemos que formar jugadores con oficio, no se puede tocar jazz sin jazzistas
(*) La expresión de “juego rico libre y variado” se la escuché repetidamente a Juan de Dios Román cuando aún los dos éramos muy jóvenes y me impulsó en la búsqueda de esa utopía, lo que me llevó a estudiar y trabajar en la pista. Seguramente, sin ese impulso, muchas de las conclusiones que he ido sacando en todos estos años no hubieran ido aflorando en mi mente.
En este curso que se desarrolla en su tierra y que coincide con la entrega póstuma del merecidísimo Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Cáceres, este artículo es el modesto homenaje que yo le quiero brindar: buscábamos eso (y creo que seguimos buscando) – amigo – y hasta aquí es lo que he podido llegar yo.