A 40 años del memorable Panamericano 1981 en el Luna Park

Hace cuarenta años, el 9 de noviembre de 1981, comenzaba en el Luna Park de Buenos Aires el II Torneo Panamericano, que clasificaba al vencedor para el X Mundial por jugarse en Alemania Federal al año siguiente. Se trata de un evento trascendental en el crecimiento de nuestra Selección Argentina.

La Federación Argentina de Handball era presidida por Juan Mainzhausen y contaba con la experiencia de haber organizado en el país varías competiciones internacionales (Pinheiros 1971, Gummersbach 1972; Eliminatoria Mundialista Americana 1973; y Copa Latina 1975).

Para esta nueva aventura, las cosas se prepararon mejor que nunca antes. Se comenzó a trabajar, en colaboración con FeMeBal, desde mayo. Se contó con el apoyo de la Secretaría de Deportes, a cargo del Dr. Santiago Leyden y con la decisiva intervención de Tito Lectoure, dueño del Luna Park, quien facilitó todo para que se jugara en ese estadio, con las mejores condiciones posibles.

Sin embargo se estuvo a punto de tener que  renunciar a la sede en favor de EE. UU., cuando sucesivas devaluaciones del peso argentino redujeron, en la práctica, el subsidio otorgado por la SDN.

Cuando finalmente todo parecía resuelto, una gravísima lesión sufrida por el destacado jugador alemán Joachim Deckarm determinó que la IHF prohibiera la realización de partidos oficiales sobre pisos rígidos. Descartada, por sus altísimos costos, la posibilidad de adquirir un piso sintético, se logró la autorización excepcional de la Federación Internacional, y el II Panamericano fue el último certamen oficial del handball mundial jugado sobre piso duro.

Por último, y para que la cancha alcanzara los 40 metros de largo reglamentarios, se removió la reja que separaba el sector de juego de la tribuna cabecera norte, la que quedó inhabilitada para el público.

Manuel Tienda León, Konex, Banco Provincia y adidas fueron los principales sponsors. No hubo televisación, pero por primera vez se grabaron privadamente los videos de los partidos de Argentina, por intermedio de SALVI S.A. Los servicios de prensa y difusión fueron atendidos por un equipo periodístico profesional, modalidad utilizada en anteriores ocasiones por la FAH. El lanzamiento oficial del torneo se concretó mediante una conferencia de prensa multitudinaria en el Hotel Presidente.

Un grupo de treinta colaboradores voluntarios fue fundamental para el resultado óptimo alcanzado por la organización, que mereció el reconocimiento explícito de las delegaciones, de los dirigentes internacionales y de los medios que cubrieron el torneo.

La recaudación por venta de entradas y las publicidades compensaron  gran parte de los gastos. El certamen costó ochenta mil dólares. El Estado subsidió quince mil (además proveyó el alojamiento en el CeDeNa) y el superávit orilló los seis mil de la moneda estadounidense.

Mientras todo esto ocurría, la Selección Nacional, que había comenzado a prepararse en julio, lo hacía a la manera como se podía en los ochenta: sin becas, entrenando a la salida del trabajo o de la facultad; alternando el gimnasio del Colegio Don Bosco en Florida, que se había alquilado especialmente, con el CEDENA (actual CENARD) y un tercer día a la semana donde fuera posible, muchas veces al aire libre. Se contaba con una dotación de pelotas propia y se podían utilizar los servicios médicos del predio.

Además se efectuaron tres concentraciones en el Centro Nacional en las que era usual tener que llevar la propia ropa de cama, papel higiénico y lamparitas eléctricas. El handball argentino era tan ingenuamente amateur que, a pesar de su precariedad y de estar lejos de lo ideal, estas condiciones eran mejores que las que se habían dispuesto en anteriores convocatorias, en alguna de las cuales se llegó a entrenar regularmente en una cancha de… pelota a paleta.

Competitivamente el panorama no era esperanzador. Hacía veinte meses que el equipo nacional estaba inactivo y en los últimos diez años registraba apenas catorce partidos ante selecciones y doce frente a clubes, en su mayoría brasileños. Sólo cinco de sus integrantes tenían experiencia internacional (Ponzio 19 encuentros; Bayer 16; Simonet 12; Müller 7 y Nicoloff 5), los otros once y el cuerpo técnico encabezado por Jorge Rossi y José Torres, eran  debutantes.

De todas maneras, se llegó al torneo con un conjunto cohesionado que se había granjeado la confianza de todos a partir de una enorme entrega colectiva y sacrificio personal, pero que daba la ventaja de haber disputado partidos de preparación sólo ante clubes de Femebal.

Cuba con una capacidad físico técnica y experiencia muy superior a la del resto era el favorito. El entrañable y recordado Roberto Casuso era una de sus principales figuras. Estados Unidos ya no era invencible como en la década anterior y Brasil estaba a tiro. México y los debutantes Chile y Paraguay eran muy accesibles. Resultaba decisivo superar en el debut a Estados Unidos para evitar a los antillanos en el cruce semifinal.

El Luna lucía como en sus mejores noches y Argentina no defraudó. El diario Crónica decía el 10 de noviembre, “En un final dramático, con tres mil personas de pie gritando desaforadamente, Argentina venció a Estados Unidos en suplementario por 23 a 22. El tiempo reglamentario había concluido igualado 18 a 18”. “Un golazo de Simonet a sesenta segundos del final y un penal de García cuando el tiempo se cerraba le dieron la victoria.”

«Un siglo de handball argentino», la película, recorre en imágenes algunos momentos del imborrable evento de 1981.

Nunca antes se le había ganado a los del norte. Era hazaña, pero ahora todos querían más. El 36:14 frente a Paraguay y el 26:15 ante Chile, fueron poco menos que sendos trámites administrativos. Los diarios destacaban las actuaciones de Schunk, Bayer, Ponzio, Strafe y Simonet. También señalaban el debut internacional oficial del arbitraje argentino cuando Horacio Romero y Ricardo Ghering dirigieron Paraguay – Chile.

Por la otra zona Cuba le sacaba diez a Brasil y ambos postergaban a México. Las semifinales serían las deseadas: Argentina – Brasil y Estados Unidos – Cuba. El público seguía respondiendo, la prensa, en especial la gráfica, apoyaba como nunca antes, la organización no ofrecía fisuras.

El 13 de noviembre Cuba superó con claridad a Estados Unidos y ante un marco impresionante Argentina y Brasil salieron a luchar tanto a tanto. Se repartieron errores y aciertos. Las tribunas eran un delirio. Cualquiera pudo haber ganado pero se llegó al final empatados en 22. En el arranque del suplementario Argentina dominó y arribó al cambio de lado con un gol a favor y la posesión de la pelota. Pero Brasil no se entregaba y Sergio Portela se hacía imparable (¡17 goles!). Algunas pérdidas en ataque impidieron la definición.

Abajo por uno, la visita fuerza una falta en los seis metros. Se para el reloj, faltan seis segundos!!! Hay barrera de ataque para el tiro libre. El Luna es un hervidero. Todo el estadio sabe que definirá Portela. Hay silbato, el balón llega a sus manos, la defensa Argentina reacciona una fracción de segundo tarde. El verdugo se eleva en suspendido y la clava cruzada abajo. Tuvo el efecto de un mazazo. Es 27-27. Es silencio, es desilusión. Anímicamente derrumbados jugadores y público sufrieron el segundo suplementario. La oportunidad se había escapado y el 35:30 del final fue demoledor para un equipo sin experiencia en finales de este tipo.

Al día siguiente y sin poder recuperarse, la albiceleste cayó 22:25 frente a USA que se quedó con el bronce. En la final, Cuba se impuso 34 a 20 ante Brasil y quedó flotando la incógnita de qué hubiese pasado si el rival hubiese sido Argentina con todo el público a favor. Pero la historia no se escribe con lo que pudo ser, sino con lo que efectivamente ocurrió.

El 21 de diciembre de 1981, y ante la falta de competencias previstas para la selección nacional, el CD de la FAH resolvió la disolución del plantel y la cesación del cuerpo técnico que había demostrado capacidad y compromiso pero no gozó de una segunda oportunidad. Una vez más, un buen trabajo, carecería de continuidad. Una vez más las circunstancias, y tal vez las limitaciones dirigenciales, impedían que se siguiera progresando. La selección no volvería a la actividad hasta noviembre del 83.

40 años después, el equipo argentino se reencontró para celebrar un nuevo aniversario del emblemático campeonato.

EL EQUIPO ARGENTINO: Bayer, Gerardo; Ponzio, José; Nicoloff, Nicolás; Simonet, Luis; Müller, Esteban; Schunk, Norberto; Talpone, Héctor; Strafe, Claudio; Mihail, Carlos; Sánchez Montero, Fernando;Bauer, Guillermo; Furmento, Miguel; García, Néstor; Kulzer, Claudio; Ponce, Daniel; Argumedo, Rafael. DT: José “Pepe” Torres y Jorge Rossi. Delegado: Strafe, Juan.

Juan Carlos Rennis
Historia y Estadística-CAH

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