El ex basquetbolista empezará a entrenarse con el River Plate de Eduardo Gallardo. El ambiente del handball nacional está revolucionado y el Loco se atreve a soñar con ser parte de Río 2016 junto a Los Gladiadores.
En un programa de televisión se gestó el desembarco del Loco Montenegro en el balonmano argentino. Más de 26 años habían pasado desde que Philadelphia Sixers lo seleccionó en la tercera ronda del draft a sus 21 para sumarse a la NBA. En aquel momento, el jugador bahiense junto a su agente rechazaron la oferta porque les parecía insuficiente. Montenegro, de personalidad rebelde, espíritu combativo y magníficas condiciones deportivas, es reconocido como uno de los mejores pivotes del básquet albiceleste. Se retiró del deporte de la canasta en 2010, a los 44 años, jugando para Del Progreso de General Roca en la liga regional del Alto Valle de Río Negro. En 2014 empezó a incursionar en televisión, en el programa Concentrados En Red, que se emite por DeporTV. No imaginaba, cuando recibió a Dady Gallardo y algunos jugadores argentinos antes del viaje a Qatar, que en ese estudio se gestaría su vuelta al deporte nacional. Mucho menos aún que iba a ser como jugador de handball.
“Fuimos al programa Concentrados a fin del año pasado con la Selección. Estábamos hablando con el Loco y dijo que le gustaba mucho el handball, que le gustaría jugar. Le dije que venga a probar en el club a ver cómo andaba”. Así contó Eduardo Gallardo que fue la primera charla para incorporarlo a River Plate. Y las intenciones del ex basquetbolista poco tenían que ver con una broma: “Él me lo dijo convencido”, aseguró Dady. En el mismo diálogo con TyC Sports, agregó: “Anteayer hablamos y ya estaba más firme del lado de él la posibilidad de jugar. Le dijimos que empiece a entrenar a ver si se adapta y le gusta. Se trata de un deportista de élite, más allá de que sea otro deporte”. La semana próxima será hora de que Montenegro comience a adiestrar su brazo para lanzar, en lugar de encestar. Según Eduardo, “puede ser algo muy importante para el club y para el handball. Creo que si está bien cuidado físicamente y se adapta al deporte, sin dudas puede jugar a nivel local”.
Sobre lo que significa su incorporación al plantel campeón nacional de River, Gallardo expresó: “En el club tenemos algunos jugadores grandes pero él es un líder nato y una persona bien respetada. Vendría bien en lo grupal y en la parte deportiva también. Es un jugador de 2.06mts. En un momento me lo imaginé defendiendo y jugando en el pivote”. El entrenador, que viene de lograr el pasaje a segunda ronda con Argentina en la zona más complicada del Mundial de Qatar, destacó que “el básquet tiene similitudes con el handball. Tiene muchos desplazamientos similares, sobre todo defensivos. Veremos cómo se da todo y si se termina de enganchar”.
El deseo de muchos que supieron admirar al Loco por su potencial dentro de la cancha y su carisma y sinceridad fuera de la misma, es verlo con la camiseta de la Selección Argentina. Aunque aún es muy prematuro, Dady se animó a contestar: “El sueño de la Selección es difícil, pero imposible no hay nada en la vida. Hoy ya estamos sobre el fin del cierre del ciclo olímpico en Río. No te digo que no porque por ahí entra y es impresionante, pero es complicado por la edad que tiene y el grupo está bien armado”.
Si bien Gallardo es realista, no cerró ninguna puerta para Montenegro, a quien podrá ver en detalle y desde muy cerca jugando en el club al que entrena.
Hernán Montenegro habló en exclusiva con la Confederación Argentina de Handball, contó cuál es su relación con el balonmano y desnudó sus deseos más profundos.
-¿Cómo fue que se dio en un programa de televisión la chance de empezar a jugar al handball en River?
-Dady vino a Concentrados En Red, el programa en el que trabajo, antes de Qatar con un grupo de jugadores. Le dije que me gustaría probar en el handball. Me miró como diciendo “vos me estás jodiendo”. Pero tengo muchas ganas, voy a intentarlo, me encanta el handball. Es activo, rápido, totalmente dinámico. Y exactamente así es mi forma de vivir. Por eso me siento como un pez en el agua con esta posibilidad.
-¿Practicaste el deporte alguna vez?
-Sí, jugaba de chico en la escuela. Iba a la Escuela Técnica de Ingeniero White (NdeR: una ciudad ubicada en el partido de Bahía Blanca, a 10 km de la ciudad cabecera). Me enseñó a jugar el profesor Daniel Rosa. Yo ya jugaba al básquet en ese momento. Pero la verdad es que con el handball fui educado. De todas maneras hoy me hace falta entender todo de este deporte todavía, no estoy al tanto de reglas o esas cuestiones.
-Imagino que ahora que se da esta oportunidad vas a ponerte a estudiar reglamentos y cuestiones tácticas…
-Sí. Por eso lo tomo con mucha alegría. Quiero aprender todo. Para mí esto es un desafío personal.
-Dady dijo que te imaginaba defendiendo o como pivote. ¿Por tu altura te ves jugando en esa posición?
-Me veo jugando en cualquier lugar en que le haga bien a este deporte. Tengo que ver a dónde me siento mejor y después lo hablaremos con Dady. Sea en la posición de base en básquet, de pivote, lo que sea.
-Mucha gente ya empezó a imaginarte jugando en la Selección Argentina y con la posibilidad de ir a un Juego Olímpico en 2016. ¿Cómo te hace sentir eso?
-Yo agradezco que la gente imagine que puedo estar en la Selección. Pero eso me lo irá marcando el tiempo. Primero quiero ver si sirvo para este deporte, si puedo ser parte y hacer un aporte.
-Hubo un caso en el Mundial de Qatar de un jugador de básquet que pasó al handball: Borja Vidal Fernández (el español que representó al equipo local). ¿Lo pudiste ver?
-Sí, claro. Y bueno, fijate cómo le fue a Qatar en el Mundial (risas).
-¿Ese ejemplo te motiva a pelear para estar en Río de Janeiro?
-La posibilidad de ir con Argentina a los Juegos Olímpicos en handball es mi deseo más profundo. Sería lo más importante en mi carrera deportiva. Sería lo máximo.
-¿Más que todos tus logros en básquet?
-Cambio toda mi carrera y mis logros deportivos en básquet por ser olímpico en handball con Argentina. Mirá lo que te digo. Es que esto yo no me lo esperaba. A mi edad, con 48 años, le doy valor real y propio a las cosas. Y creo que todo llega por algo.
Por Santiago Menichelli – Prensa CAH