El conjunto charrúa venció a su par mexicano por 27:15, en el tercer partido de la cuarta fecha del torneo. De todas maneras, ambas Selecciones no se clasificaron a las Semifinales.
El encuentro comenzó siendo realmente muy malo en el que, con muy pocas conquistas de ambos lados, el reloj parecía no correr. Jugadores erráticos, distracciones y líneas estáticas, junto con la poca motivación que el trámite merecía, desembocaron en un espectáculo, al menos, muy aburrido. A los 20 minutos, un furioso rojo en el tablero anunciaba el pobre 6:3 parcial en favor del combinado celeste que, dentro de la mediocridad del partido, hacía las cosas un poco mejor que su oponente.
En los últimos instantes de la primera mitad las redes comenzaron a inflarse con más frecuencia, generando en los pocos espectadores presentes en el Polideportivo Islas Malvinas una luz de esperanza respecto del segundo tiempo venidero. El telón cayó con un 10 a 7 oriental.
Otro período. Otra mentalidad. Otro partido. Por un lado, la escuadra mexicana ajustó el dominio del balón y, con hidalguía, intentaba arremeter contra el arco defendido por el uruguayo Adler, aunque muchas veces sin éxito. En la vereda de en frente, los rioplatenses se inclinaron por aprovechar la desesperación de los norteamericanos que, en el afán de revertir el resultado, quedaban muy expuestos para los contraataques. Asimismo, era notable la diferencia de efectividad entre los dos equipos. A los 10 minutos, una decena de goles aventajaba a los celestes.
Con muy buenos goles de Rodrigo Botejara y Diego Morandeira, Uruguay estiró la brecha y de a poco comenzaba a saborear lo que sería la victoria que, si bien no serviría para clasificar, reconstruiría un poco la pálida imagen dejada en los partidos anteriores. La chicharra sonó y el marcador sentenció un 27:15 final para el seleccionado uruguayo que terminó tercero en el Grupo A y jugará por el quinto puesto, mientras que México no consiguió sumar ninguna unidad.
Por Sebastián Ocampo