Los fueguinos vencieron 25-16 al equipo salteño y se consagraron campeones del Torneo Masculino Juvenil «B».
Los dos llegaban a esta instancia con el ascenso en el bolsillo. Las semifinales eran parte del pasado, solo quedaba pensar en este encuentro que definía, ni más ni menos, el campeonato.
Estaba todo listo para comenzar. Los demás equipos llegaban al Polideportivo de Embalse para disfrutar de esta gran final. Tierra del Fuego salió a la cancha con su clásica camiseta negra, con números dorados. Por su parte, la Asoc. Salteña entró al campo de juego con la casaca blanca con bordes y números negros. Arengas previas, últimos consejos de los entrenadores y a jugar.
El nivel del equipo fueguino fue de menor a mayor. Comenzó errático y sin poder quebrantar la dura defensa que le proponía su rival. Una marca pegajosa y un arquero inspirado, impedían que Tierra del Fuego haga su juego. Todo esto duró apenas cinco minutos. Eso fue lo que tardó el conjunto dirigido por Carlos Zorrozua para asentarse en el partido. Esa defensa férrea que le daba resultado a los salteños, empezó a desmoronarse poco a poco. El juego asociado de los fueguinos empezó a funcionar a la perfección. Siempre bien ubicados los receptores y la precisión en los pases de los lanzadores, hacían imposible el robo de la pelota por parte de sus contrincantes. El trabajo en defensa -como en todo el torneo- fue el punto más fuerte de este equipo. Los minutos pasaban y Salta no podía contrarrestar las contras letales de los patagónicos. El primer tiempo terminó 16-10 a favor de Tierra del Fuego.
La etapa final fue más de lo mismo. La supremacía en el juego de los fueguinos era cada vez mayor. La defensa siguió dando sus frutos y los contraataques terminaban siempre con la pelota en el fondo de la red. Por su parte, los salteños no le podían encontrar la vuelta al partido. La distancia en el tanteador seguía creciendo, en 18´ del ST la diferencia era de 9 tantos. Los últimos minutos sobraron, los salteños buscaban descontar con más amor propio que juego, pero el esfuerzo fue en vano. La final se terminó con una victoria inobjetable del conjunto patagónico (25-16). Los jugadores empezaron con el famoso «dale campeón, dale campeón», el primero de los tantos cánticos que seguirían con el correr de los minutos…
Después de la entrega de premios, Maximiliano Muriño, visiblemente emocionado, expresó: «La actitud de mis compañeros y la defensa increíble que tenemos nos llevó a conseguir el título», aseguró el jugador. «Valió el esfuerzo y la cantidad de horas que viajamos; la plata que pusieron cada uno de nuestros padres para que vengamos acá», cerró Muriño.
Por Emiliano Ammendolea