César Servín Estigarribia es el entrenador de la Categoría Menores de Paraguay. Su equipo causó sensaciones múltiples en lo que va de este Sudamericano en Embalse. Primero dio la nota ante Uruguay, venciéndolo 22 a 17. Después transformó 40 minutos de handball en una hazaña deportiva, cuando en el mediodía de ayer superó a Argentina 17 a 16. Hoy, finalmente, mermó en su rendimiento y cedió ante las chilenas 15 a 13. A pesar de ello, es sin dudas la revelación del certamen. El domo de Embalse es testigo del carácter que envolvió a las guaraníes en cada presentación. Pero para César su equipo no es una sorpresa. De hecho sostiene que llegaron “con el objetivo de campeonar”.
“Vamos por buen camino, pero hoy no se nos dio”, agrega el Director Técnico respecto al partido jugado esta mañana, en el que no pudieron repetir la grata performance de sus primeros dos encuentros. Al preguntarle sobre los puntos más positivos de su plantel, no duda en asegurar: “La fortaleza de este grupo es que está muy unido. También es realmente fuerte anímicamente y técnicamente”. En contrapartida, reconoce que sus chicas “todavía tienen mucho que mejorar en la parte táctica, pero es algo normal con la edad que tienen”. Y es cierto. Les falta maduración, pero tienen armas para progresar. Tienen una excelente materia prima.
Distinta es la realidad de las cadetes paraguayas, que se presentaron ante Argentina y Paraguay y obtuvieron magros resultados. “A ellas les falta envergadura física. Además la mayoría carece de experiencia internacional. No tienen roce, les falta juego a otro nivel”, sentencia Servín Estigarribia en referencia a la categoría guaraní inmediatamente superior a la que él dirige. Por supuesto que existen razones para que la diferencia de calidad sea tan clara entre Menores y Cadetes en Paraguay. El entrenador de quienes superaron a las argentinas en un fantástico duelo lo tiene claro, y cuenta que en su país “existe ahora un campeonato muy competitivo en inferiores. Antes se jugaban solamente competencias interescolares, pero a partir del año pasado nació un torneo organizado, que además es verdaderamente parejo”. Agrega que esa paridad en el nivel hace que el roce sea mayor y los frutos que se recogen, en consecuencia, son mejores. “En este momento tenemos la ventaja de poder elegir a las mejores de cada club”, cierra César. Y lo hace con una sonrisa en la cara. Porque su equipo tiene algo que es invisible a los ojos. Tiene algo que se lleva muy por debajo de la camiseta roja y blanca a rayas verticales. Tiene un enorme corazón. Y quiere ser campeón.
Por Santiago Menichelli