El Seleccionado Adulto Masculino sumó otra derrota en el Mundial de Suecia 2011, si. Pero si algo quedó claro es que ya no es un equipo al que los europeos ven con simpatía pensando que ganarán fácil.
Porque le pasó a Polonia, que apenas pudo ganar por uno; le pasó a Eslovaquia, que cayó ante este equipo; le pasó a Suecia, que sucumbió en casa frente a estos Gladiadores; le pasó a Dinamarca, que a falta de diez minutos vio peligrar la victoria; Y también le pasó a Serbia. El único que ganó con claridad fue Croacia.
La mejor noticia del encuentro fue la vuelta a su nivel superlativo de Matías Schulz (otra vez, elegido Mejor Jugador de un partido). Con sus atajadas, mantuvo a Argentina en el marcador ante unos serbios muy efectivos en ataque, con el brazo letal del goleador del torneo, Marko Vujin.
El motivo por el cual los europeos se fueron dos arriba al descanso fueron los errores no forzados de los dirigidos por Eduardo Gallardo, que propiciaban goles de contraataque.
En el segundo tiempo se corrigieron algunas fallas en la ofensiva y, con la inconmensurable ayuda de Schulz, Argentina pasó al frente e ilusionó con ir a pelear el noveno puesto en el torneo.
Pero volvieron los errores de manejo, fallas producto del error propio más que de la virtud contraria. Dos pelotas perdidas en falta en ataque por no soltar el pase y Serbia al frente.
Un gol increíble de Momir Ilic de zurda (es diestro) puso arriba a los balcánicos por dos, pero Argentina se puso rápido a uno y recuperó la bola a falta de 30 segundos.
Argentina volvió a jugarse con arquero-jugador para buscar el empate e ir al choque con Noruega. Pero la defensa serbia fue más y el último tiro (sin tiempo por jugar y de libre directo) de Diego Simonet se fue por arriba del travesaño.
Será tiempo de pensar en Alemania, que está haciendo el peor torneo de su historia, cuando el jueves se lo enfrente (14hs por TyC Sports) por el 11° lugar.
Lo que hay que rescatar es que, de aquí en adelante, cuando nos sentemos a ver un partido de Argentina en un Mundial ya no vamos a pensar en por cuánto vamos a perder, sino que nos vamos a sentar con la ansiedad y los nervios de saber que podemos ganar. Eso, aunque parezca poco, es muchísimo.